Tus Derechos

Ambiente y salud

Por Andrea Burucua
La pandemia de Covid 19 llevó a los gobiernos del mundo a imponer un freno a las actividades productivas, la libre circulación y aislamiento social como medidas para hacer frente a la emergencia sanitaria. La protección de la vida y la salud justifican sin dudas la adopción de políticas públicas y estrategias extraordinarias y en torno a esto parece haber consenso global.
En estos días en que los humanos modificamos nuestra manera de habitar la tierra pudieron advertirse, casi de manera inmediata, distintas señales de la naturaleza. La calidad del aire mejoró, las emisiones de gases de efecto invernadero se redujeron drásticamente, especies de fauna y flora reaparecieron.
Sin caer en romanticismos, obviamente el mundo es CON nosotros, y justamente por eso es que esas señales pueden ser, al menos, disparadoras de reflexiones.
Los vínculos entre salud y ambiente son innegables. No es posible estar sanos en un planeta enfermo. La pérdida de biodiversidad la transformación de ecosistemas está estrechamente vinculada a la expansión de virus y enfermedades. Asimismo, el modelo de producción y consumo puesto en pausa condiciona y afecta nuestra salud y la de otros seres vivos.
Antes del Covid 19, sin pretender restarle protagonismo, los pueblos fumigados, los que habitan riberas de cursos de agua contaminadas, los que no acceden al agua potable, los que viven cerca de polos industriales, ya se encontraban en peligro.
Las formas de producción que implican la destrucción de ecosistemas y dispersión de contaminantes no se vislumbran como una amenaza masiva sin embargo ponen en riesgo la vida y la salud humana afectando a muchas personas a nivel mundial.
La tasa de deforestación de nuestro país se encuentra entre las más altas del mundo. Las áreas de monocultivo se cuadruplicaron desde que se aprobó la soja transgénica, extendiéndose justamente por donde esos bosques y montes ya no están. La ruralidad es peligrosa cuando acecha el glifosato y otros agrotóxicos. Según la propia Organización Mundial de la Salud, cada año mueren 6,5 millones de personas por la contaminación del aire.
Eso sucedía en la normalidad. En esos casos también es necesario priorizar la salud y poner en marcha políticas públicas que permitan hacer efectivo el derecho a un ambiente sano que garantiza nuestra Constitución Nacional en su artículo 41.
Debemos encontrar una forma de habitar la tierra menos dañina, más justa, donde todas las vidas puedan desarrollarse de manera saludable.